La Crianza con Ternura se realiza a partir de relaciones de amor inquebrantable. Sólo cuando el niño y la niña encuentran en el adulto cuidador la seguridad del amor incondicional a su buen comportamiento, logros académicos y éxito de vida, se pueden construir las dinámicas genuinas de Crianza con Ternura. La ciencia ha definido al menos cinco características para las relaciones que aportan al florecer pleno del niño y niña y que se cultivan en la Crianza con Ternura:

Cercanía de la relación. Esta cercanía además de física es también afectiva y logra que los ojos compasivos del adulto cuidador alcancen a mirar el corazón del niño y la niña. La cercanía permite al niño y la niña sentir la caricia de la mano cuidadora que los levanta cuando se caen o que los reorienta cuando se equivocan.

Constancia de la relación de crianza. Reafirma en el corazón del niño y niña la certeza de la presencia del adulto cuidador. En este sentido, las relaciones de Crianza con Ternura no pueden ser frívolas y relegadas a los minúsculos tiempos de calidad, sino que requieren que el adulto cuidador priorice y reafirme cotidianamente su presencia significativa y constante en la vida del niño y niña.

Confianza. Cuando las relaciones son cercanas y constantes, el niño y niña se vuelven capaces de predecir la postura del adulto frente a ellos, eso genera confianza, o sea un vínculo seguro que se construye desde la experiencia del amor incondicional.

Reciprocidad. Implica estar atento a todos los esfuerzos que el niño y la niña hacen para interactuar con el adulto que los cuida y acompaña. La reciprocidad sólo es posible cuando el niño, la niña y el adulto cuidador están al mismo nivel, libres de las dinámicas de poder y control de los más pequeños.

Empatía. Abre la posibilidad para la conducta compasiva, tanto por parte del niño y la niña como por parte del adulto cuidador. La empatía es lo que habilita al adulto cuidador a sentir las emociones del niño y niña y desde ahí calmar sus miedos, consolar su dolor y celebrar su alegría. Hoy sabemos que la empatía sólo es posible cuando el adulto cuidador está cerca y toma el tiempo para mirar con calma el rostro del niño y la niña y dejarse invadir por su historia y sentimientos, y luego, responder a ellos desde una postura amorosa y justa.

Cercanía, constancia, confianza, reciprocidad y empatía son las cinco características de las relaciones de Crianza con Ternura a las cuales estamos todos invitados a cultivar con los niños y niñas.

Por: Anna Christine Grellert Asesora Regional de Niñez en Desarrollo World Vision

Tomado de: http://www.wvi.org/