Los socios del programa Centralidad de la Niñez se reunieron en la sede del Consejo Episcopal Latinoamericano este 24 y 25 de febrero. El objetivo planear las acciones del próximo trienio, definir las proyecciones e intercambiar ideas sobre la renovación de la identidad de la organización.
La agenda de la reunión se inició con un espacio de espiritualidad que en el primer día estuvo dirigido por la Hna. Daniela Cannavina, secretaria general de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos (CLAR) lo que dio paso a la presentación de los socios que además de compartir algunos datos personales puso de manifiesto las fortalezas que cada uno tiene desde el carisma de su organización, para enriquecer el Programa Centralidad de la Niñez. Posteriormente se dedicaron a reflexionar sobre la identidad del programa, particularmente en aspectos como la misión, visión y los objetivos de la iniciativa.
Como temática central se analizó el impacto de la pandemia en la niñez y adolescencia de la mano del hermano Cesar Enríquez desde El Salvador lo que se completó con el diálogo de las organizaciones frente a la realidad de violencia que vive la niñez de América Latina y el Caribe. La segunda jornada se dedicó a la planificación de acciones en pro de la niñez y las estrategias para su implementación, mientras que la reflexión estuvo dirigida por el Padre Pedro Brassesco enfocada en los desafíos que planteó la reciente Asamblea Eclesial en clave de niñez lo que constituye uno de los principales retos para la organización.
El camino recorrido
Marco Laguatasi asesor general del PCN en América Latina y el Caribe, un informe sobre los logros alcanzados, los aprendizajes, las dificultades y carencias con miras al crecimiento y fortalecimiento del programa Centralidad de la Niñez. En este sentido indicó que los resultados del trabajo pueden resumirse en tres procesos básicos que han logrado impactar desde lo positivo la realidad de los niños, niñas y adolescentes del continente.
En primer lugar está el proceso de sensibilización dirigido hacia la comunidad y las organizaciones encargadas de la primera infancia en América Latina y el Caribe; era necesario hacer conciencia sobre la existencia de los diferentes tipos de violencias que generalmente se cometen contra los niños, niñas y adolescentes, la lamentable normalización de la violencia como una conducta habitual dentro de los escenarios en los que se desarrolla la vida de los menores, buscando que situaciones como el acoso, los golpes, la amenaza, los abusos sexuales y toda forma de irrespeto contra la dignidad del menor se convierta en un objetivo a superar. Se trata de pensar en la situación de los niños y aquello que está desarrollando en su personalidad como efecto de las malas conductas de los adultos.
Otro de los resultados alcanzados son los procesos de formación liderados por el Programa Centralidad de la Niñez. Actividades educativas dirigidas a padres de familia, profesores, agentes de pastoral y cuidadores; dando protagonismo en las temáticas a los niños, niñas y adolescentes e intentando trabajar con determinación para superar la visión adulto céntrica que impide considerar al menor como un sujeto de derechos , el centro de la sabiduría y las experiencias de una familia. Se trabajó para convertir a los niños en un grupo de privilegio más allá de la consideración de personitas supeditadas al criterio de los adultos y minimizados en su capacidad.
En tercer lugar está el proceso de incidencia político – social, un camino iniciado que debe proseguir para que las acciones superen en impacto a los miembros de las confesiones religiosas que integran el programa como socios y se amplíe a las políticas públicas de los países del continente.
Las expectativas
A partir del sendero recorrido Marco Laguatasi confirma que una de las principales esperanzas del PCN es que hacia el futuro cuente con sedes en todas las Conferencias Episcopales del América Latina y el Caribe para que desde lo local se pueda luchar por el mejoramiento de la realidad de los niños, niñas y adolescentes. «El sueño del PCN es tener peso institucional para ampliar la incidencia, justamente para erradicar la violencia contra los niños. La violencia puede provocar reacciones pero nunca será un método educativo y desde lo local se puede trabajar y luchar por la niñez siendo ejemplo para otros continentes,» afirmó.
Iniciativa que comparte la hermana Daniela Cannavina, secretaria general de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos (CLAR) y miembro de los socios del Programa, quien reconoce que una de las tareas por emprender es que las acciones del PCN estén presentes en las agendas de las Conferencias Nacionales de Religiosos que de forma histórica se han ocupado de atender el impacto negativo que genera el abuso en la población infantil, por lo que es el momento de actuar también desde la prevención de estas situaciones de violencia contra la primera infancia, «el propósito es ir apuntalando el programa para que tenga cabida en todas las realidades eclesiales del continente,» aseguró.
Ecumenismo y sinodalidad
Para la hermana Daniela otro de los aspectos a destacar dentro de la reunión de carácter intereclesial, es el ambiente de fraternidad y sinodalidad en el que se desarrolló porque esto permitió generar espacios para conocer la misión de cada socio y poner al servicio los dones con miras a la planificación de las acciones. Una construcción colectiva en donde el diálogo es base para compartir y construir, donde no existen las diferencias porque es más importante la meta común: la erradicación de los diferentes tipos de violencias contra los niños, niñas y adolescentes del continente.
La experiencia del Programa Centralidad de la Niñez sin lugar a dudas representa un hito de trabajo ecuménico, fortalecido por la escucha activa y la unión en los objetivos comunes al servicio del cumplimiento de los derechos de los niños, niñas y adolescentes.
Los socios
En el encuentro estuvieron desde la presencialidad Marco Laguatasi, asesor general del PCN, la hermana Daniela Cannavina secretaria general de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos (CLAR), el Padre Francisco Hernández de Cáritas Latinoamérica y Caribeña, el Padre Carlos Fritzen de la Federación Internacional Fe y Alegría, el pastor Harold Segura, de World Vision Latinoamérica y Oscar Pérez de la Confederación Interamericana de Educación Católica CIEC.
El Consejo Episcopal Latinoamericano estuvo representado por el Padre Pedro Brassesco, secretario Adjunto, el Padre Ronald La Barrera y Yenny Téllez,. Virtualmente se unieron Lisbeth Souza, Loida Carriel del Movimiento con la Niñez y la Juventud y el Padre Marco Tulio Gómez de Fe y Alegría.
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