En memoria de Ulises Rumiche
Hace una semana recordábamos la Semana Santa, la crucificción, muerte y resurrección de Cristo. Es interesante analizar las connotaciones y repercusiones sociales de la muerte de Jesús. Los gobernantes y líderes religiosos de aquel entonces se veían confrontados e interpelados con el discurso y la propuesta profética del maestro de Nazaret. Su presencia incomodaba porque desnudaba los intereses mezquinos de poder que alimentaba la construcción de un sistema que generaba inequidades y opresiones.
Este contexto nos invita a analizar el modo como Jesús enfrentó a un mundo adverso a su proyecto de Reino y su misión liberadora. En este escenario, no veo a un Jesús pasivo, no lo percibo solo como observador de aquella realidad que contradecía el plan redentor de Dios. Si bien observo a Jesús actuando con mucha humildad, también lo veo luchando tercamente para construir un mundo más justo, más humano, más digno. Jesús luchaba al punto de haber entregado su propia vida por las causas justas, por la salud y la vida de los más oprimidos, por el bienestar de los más afectados, por las acciones y estructuras injustas. Esto me hace pensar en nuestro contexto actual, y al observar me preguntaba ¿Qué haría Jesús en una situación como la que estamos viviendo en América Latina, especialmente en relación a la dura e injusta situación que están enfrentando los y las defensores ambientales?
El 19 de abril por la noche, en Pangoa, región Junin, en el Perú, nos enteramos de la terrible noticia del asesinato del líder nativo y docente bilingüe, Ulises Rumiche. La Viceministra del Ministerio de la Mujer indicó que se había reunido con él aquella tarde y que al parecer el asesinato ocurrió cuando retornaba a su pueblo.
Este no es el único asesinato que ha ocurrido desde el inicio de la pandemia COVID-19. Lamentablemente, con Ulises se suman 18 asesinatos a defensores ambientales y aún hay muchos casos que no han sido totalmente analizados y no tenemos respuestas del Estado ni se conoce a los responsables.
La defensa de la Tierra para muchos es una labor más citadina y muchas veces la vemos a la distancia, sin advertir respecto a las implicancias para las vidas de quienes están en territorio, aun cuando el peligro es para todos evidente. Todos podemos constituirnos, de una u otra manera, en defensores de la Tierra. Desde la perspectiva de la responsabilidad ciudadana, la defensa de la tierra, de nuestra casa común, ES TAREA DE TODOS. Cuando decimos TODOS, nos referimos también a los niños y niñas, adolescentes, jóvenes, iglesias, comunidades, barrios, todos. Siempre hay algo que podemos hacer, para sumar al legado que nos dejan los defensores de la tierra que fueron asesinados y a aquellos que aún persisten en defender nuestra casa, nuestro hogar creado por Dios.
Queremos cerrar este breve texto compartiendo algunas ideas para contribuir al cuidado de nuestra tierra: Hay actividades ya conocidas como las limpiezas de calles, playas y ríos, pero también podemos contribuir brindando información sobre historias que muestran no solo el atropello de la casa común, sino también las muchas acciones que se impulsan en favor del cuidado, la protección y la justicia ambiental. En caso que conozcamos a personas que están en lugares de poder, en el Estado o empresas, podemos incidir sobre ellos para que puedan desarrollar un rol positivo en favor de los derechos ambientales. Si vivimos o tenemos familiares que residen en aquellos lugares en donde las empresas extractivistas están causando daños ambientales, deberíamos no solo darlo a conocer, sino también impulsar iniciativas públicas para denunciar estos hechos y hacer que estas compañías que extraen recursos asuman su responsabilidad ambiental. Pensemos juntos y juntas en acciones creativas y contagiantes que nos conviertan en agentes vigilantes, sensibilizadores y defensores de nuestra casa común, de nuestro territorio, porque Dios, que ama su creación, nos ha otorgado la responsabilidad diaconal de ser cuidadores permanentes de nuestra tierra. Actuemos y no nos quedemos callados, porque el silencio nos convierte en cómplices de aquellos que decidieron colocarse en la vereda de aquellos que atropellan y violentan nuestra casa.
Te invitamos a ser parte de la red de defensores ambientales, a celebrar este Día de la Tierra, afirmándolo como un día de consciencia ética y responsabilidad ciudadana, que nos invite a seguir avanzando en la búsqueda de un país, región, ciudad más justa, así como Cristo lo buscaba.
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