En este año que se celebran los 31 años de la Convención sobre los Derechos del Niño y “la Niña” (CDN), que es el tratado más ratificado de la historia, trae a mi mente la preocupación de Jesús “-dejad que los niños y niñas vengan a mi y no se los impidáis porque de los tales es el Reino de Dios”; que tiene eco en lo que Unicef publica como ente rector de la protección de los niños y niñas hoy día:  -“No hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y el desarrollo del niño y la niña, de quien dependen la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana”. 

Sorprende ver que desde la época de Jesús hasta nuestros tiempos estamos preocupados y hablando de lo mismo: poner al niño y niña en el centro de la humanidad misma, como dueños del Reino de Dios, si lo vemos desde la perspectiva de fe. En ellos y ellas se basa el futuro de la humanidad y el presente de la niñez.

Permítanme hacer otro contraste entre la definición de Reino de Dios, según Romanos en la Biblia, y los principios rectores de la Convención.  Los cuatro principios rectores de La Convención son: la no discriminación; el Interés superior del niño; la supervivencia y el desarrollo; y la participación que apuntan a un estado de bienestar y plenitud en los diferentes ámbitos relacionales del niño, incluyendo las relaciones consigo mismo, en tanto que el Reino de Dios apunta a la búsqueda de la justicia, la paz y el gozo, que son el fin último en la aplicación de los principios de la Convención.

El reto mayor que tenemos como comunidades de fe es asumirnos como promotores de una ciudadanía basada en los principios del Reino de Dios para lograr la vida en plenitud de la niñez y adolescencia con la cual caminamos y servimos.

Este aniversario es un momento ideal para reflexionar y replantear los esfuerzos que nos permitan garantizar que cada niña, niño y adolescente, en todos los rincones del mundo, tenga las condiciones para poder desarrollar todo el potencial que Dios les dio y tengan vida y la tengan en abundancia, deseo que siempre ha estado presente en el corazón de Dios.

El Movimiento juntos con la niñez y la juventud quiere unirse a la celebración de los 31 años de la Convención, convencidos que podemos trabajar viendo hacia el futuro por una vida digna, plena y justa para las niñas, niños y adolescentes.

Artículo escrito por: Carmen Álvarez, Directora de Viva Latinoamerica y Miembro del Consejo Directivo del Movimiento.