Desde los espacios vinculados al trabajo con niñas, niños y adolescentes (en adelante NNAs) la fecha de conmemoración de la Lucha contra el Maltrato Infantil se convierte en una nueva oportunidad de visibilizar y reflexionar sobre una problemática histórica y con mucha vigencia en el mundo contemporáneo.

Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de maltrato? Las naciones unidas lo definen como cualquier “acción, omisión o trato negligente, que priva al niño o la niña de sus derechos y su bienestar, que amenaza o interfiere su ordenado desarrollo físico, psíquico o social y cuyos autores pueden ser personas, instituciones o la propia sociedad”

El maltrato y las violencias a las que están sometidas las NNAs en el mundo actual son múltiples y muchas de ellas de carácter estructural.

En América Latina hay 80 millones de niñas y niños que viven en situación de pobreza. De ese total, el 17,9 por ciento habita en condiciones de pobreza extrema (32 millones). En ese contexto, padecimientos tales como la mortalidad infantil por causas evitables, el hambre, la prostitución infantil, el abuso, la indocumentación, la explotación laboral, la deserción escolar, el abandono real y funcional, la situación de calle, son moneda corriente.

A lo largo de la historia de la humanidad la niñez ha sido una construcción caracterizada por una constante marginalidad. Recién con la llegada del siglo XX y los diferentes cambios que marcan el inicio de la sociedad moderna se produjo una ruptura cualitativa sobre la idea de infancia surgiendo de una visión nueva que se manifiesta en un reconocimiento de su especificidad y de su autonomía, como también en una actitud de mayor cuidado y de valorización a nivel social, la niña y el niño es respetado, asistido, educado y acompañado durante su crecimiento.

¿Por qué resulta indispensable preguntarnos por la infancia y reflexionar sobre su lugar en nuestras comunidades a lo largo de la historia? Porque nuestro concepto de infancia delimita nuestras prácticas de intervención, pero también determina/limita lo que las niñas y los niños pueden ser y hacer.

El gran aporte de la Convención sobre los Derechos del Niño es la idea de la responsabilidad social por la protección hacia los NNAs. Esto es, la familia en primer lugar, la familia extensa, la comunidad y el estado deben garantizar el bienestar y el respeto de sus derechos.

El maltrato y las violencias que sufren nuestras niñas y niños no son un asunto privado, ya sea que respondan a factores estructurales o a disfunciones en los roles institucionales y/o parentales, el bienestar de las niñeces es y debe ser asunto de toda la comunidad.

Las nuevas legislaciones avanzan contra el concepto de una infancia domesticada y privatizada, obediente y excluida, en favor de un nuevo concepto que comprende a las NNAs como sujetos sociales que tiene la capacidad de participar y transformar la realidad.

Por esta razón es imprescindible asumir en nuestros trabajos cotidianos con niñas y niños no solamente un rol de protección sino también de promoción de derechos, que reconozca su condición de sujeto y actor, con voz, opinión y participación.

Visibilizar la problématica para asumir una lucha activa contra las violencias, reconocer la historia de marginalidad y vulnerabilidad que les condiciona, abandonar el adultocentrismo para recuperar su voz y recorrer junto con ellos y ellas el camino hacia el efectivo reconocimiento de sus derechos que les permita una vida de plenitud y dignidad.

Con el faro de la fe cristiana

En el texto bíblico hay multiplicidad de ejemplos disruptivos para su época y que continúan interpelando a las sociedades actuales.

En el antiguo testamento podemos recorrer algunos ejemplos de cómo NNAs estaban involucrados en los rituales y ceremonias (Lectura de la ley Deuteronomio 31;12, dedicación de las murallas Nehemías 12:43, en la pascua Éxodo. 12:26-27), dando cuenta de un Dios que desea que sean parte de su pueblo, y vemos también a un niño en el centro de la promesa mesiánica (Isaías 9:6).

En el nuevo testamento la niñez aparece como metáfora del Reino, somos llamados a ser como las niñas y niños (Marcos 10:14), a reconocerles en el lugar de lo importante (Mateo 18:1-5) a pronunciarnos en defensa de la niñez (Mateo 18:6-9)

Las niñas, los niños y adolescentes en la visión del Creador son actores de transformación y protagonistas de la historia y siempre que su dignidad es negada o reducida a causa de la injusticia Dios levanta su voz.

Que este sea nuestro llamado.

Fuentes

[1] https://www.sename.cl/wsename/otros/de-la-participacion-al-protagonismo-nov-2003.pdf

[2] https://www.unicef.es/publicacion/convencion-sobre-los-derechos-del-nino

[3] Módulo 2 – Curso Facilitadores para la participación y protagonismo de NNA 

[4] La Biblia

Magalí Castro, (Pinceladas). Licenciada en Trabajo Social. Miembro de la Asociación Civil Comunidad y Cambio(*). Coordinadora del Centro de Promoción Comunitaria “Pinceladas”, que desde 2013 desarrolla actividades de educación popular y artístico culturales en barrio San Nicolás de Villa María.

(*) Comunidad y Cambio (CyC), es una asociación civil, sin fines de lucro, dedicada a promover el desarrollo integral de las personas y sus comunidades en busca de la igualdad de oportunidades, la justicia, la reconciliación y la esperanza. Capacitamos a través de cursos virtuales y presenciales, talleres y encuentros. Incidimos con campañas de sensibilización y posicionamientos públicos sobre temas de la actualidad.  Intervenimos en la sociedad con acciones concretas en busca de la promoción de la comunidad local. Sostiene una articulación con el centro comunitario “Pinceladas”, un trabajo territorial que desarrolla actividades de promoción de niños, niñas y adolescentes. Y han impulsado el Capítulo del Movimiento con la Niñez y la Juventud en Argentina desde el 2009, siendo su primera actividad la “Campaña Buen Trato Hacia La Niñez – Por Una Argentina Sin Violencia.