Villa María – Córdoba – Argentina
El Alto de La Paz, Bolivia: Las familias no quieren recibir a las niñas/os y adolescentes rescatadas/os, a las pequeñas “prostitutas” porque eso las marca con un estigma. La pregunta y el desafío es saber si la iglesia considera en su misión ocuparse de esos niños y que tal vez el desafío del Movimiento sea sensibilizar y capacitar a las iglesias para proteger y acompañar pastoralmente a estos NNA a los que les ha robado la vida.
Argentina y Cono Sur: En cuanto a políticas públicas, no hay un hilo conductor, no hay articulación entre Estado y ONGs, esto dificulta proveer respuestas que perduren en el tiempo y den un resultado eficaz a las problemáticas de TTP. No hay restitución de derechos, reparación del daño y la asistencia difiere mucho de una provincia a otra, de un oaís a otro.
En el ámbito educativo falta interculturalidad, proyectos escolares que favorezcan el diálogo respetuoso, horizontal y la convivencia entre las distintas culturas. El diálogo intercultural permitiría romper con los prejuicios, dar valor a la persona por sí misma y trabajar en la prevención y sobre el concepto de nuevas masculinidades, elaborar un nuevo concepto del ser masculino que no este atado al machismo.
La vulnerabilidad de una persona es producto del entorno familiar y de su entorno cercano, de la marginación social y de otros tantos factores, que de alguna manera aprovecha el tratante para poder captar a su víctima. La mejor prevención es la crianza y no reprimir la sexualidad, sino educar para el desarrollo pleno de las personas, donde nadie se erija en amo o dueño de otro.
Existe una relación entre víctima de trata y abuso sexual infantil en la que, por lo general, muchos que son víctimas de explotación sexual, han sido previamente vulnerados en su infancia, mediante el abuso sexual, razón por la que se produce un descreimiento por la falta de reparación del daño, generándose así un cuerpo dócil, domesticado y sometido incapaz de revelarse. Entendiendo “cuerpo” como la integralidad de la persona.
En materia de Medios de Comunicación, las y los comunicadores deben capacitarse y comprometerse a utilizar el lenguaje apropiado para mostrar la verdad que se pretende, dejando de lado palabras que mitigan la realidad, y que limitan la conciencia social; por ejemplo, términos como “cliente” deben modificarse por “prostituyente” ligándolo más al tipo de accionar que ejerce sobre la víctima de trata -esté en pleno conocimiento de sus acciones o no. Así también se deben evitar los juicios de valores sobre las víctimas.
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