Tantas veces, la salvaguardada teología ha avasallado desde la cuna a los vivientes, hasta moldearlos a su imagen y semejanza.

Hace un par de semanas, a los pies de un Cotopaxi que rebullía sus­ cenizas, nos reunimos unos cuantos de los suyos para evocar y confrontar, sentir y descifrar; la relación entre teología y niñez desde nuestra Latinoamérica y Caribe.

Así fue que juntos, reconocimos que la niñez, aparentemente protegida por la iglesia como efecto de un dispositivo dogmático naturalizado, ha sido violentada incluso desde los mismos blasones de la fe cristiana; la interpretación occidental dominante, patriarcal y adultocéntrica de la Palabra.

Durante toda su historia, y aun frente a registros en las Escrituras que muestran el interés por la participación de todos los que forman parte del pueblo de Dios, las iglesias cristianas han seguido fortaleciendo la percepción de los niños como seres inacabados, impotentes; y si, disculpen lo cursi del argumento: incapaces.

Estas hermenéuticas se han traducido en discriminación y corrección frente a toda forma de disidencia o desviación de lo normativo: los niños presupuestos y construidos desde la teología dominante, a los que privan de su fuerza de resistencia, y de cualquier posibilidad de hacer un uso libre y colectivo de su creatividad, ingenio, asombro, sentidos, curiosidad… Fe.

Lo que protegen estas teologías no son los deseos de Dios, sino las normas que se han inculcado a través de una formación que sanciona todo tipo de disidencia al status quo con la amenaza, intimidación y castigo, y donde el niño o niña no pasará de ser un cuerpo a quien no se le reconoce el derecho de gobernarse y mucho menos co-gobernar.

¿De qué sirve presumir de la población infantil en nuestras iglesias si no nos ubicamos en la primera línea de fuego para defender sus derechos y libertades fundamentales en identidades, participación, sensibilidad y sueños… formas de entender y percibir a Dios?

De cara a estos cuestionamientos, la teo-poética, descifrada desde las epistemologías de la niñez, surge como una salida invencible, una provocación irreductible y un llamado irrenunciable a vivir otras teologías posibles, pero con la advertencia de evitar convertirla en el nuevo artefacto garante del mainstream teológico de turno.

Estamos aquí y no hay marcha atrás. Ya tiemblo.

Erika Izquierdo, teóloga peruana, activista por los derechos humanos.

En referencia al Encuentro latinoamericano y del Caribe de Teología y Niñez. Quito, Ecuador. Agosto 2015.

Fuente: http://dioseslocos.org/del-dios-patriarcal-al-dios-que-juega/

Pueden acceder al marco bíblico-teológico en PDF: http://movimientonj.org/wp-content/uploads/2014/04/mbtn-mjnj-2015-guia-doc1.pdf