“¡Yo sí sé! ¡donde mi amo puede encontrar la cura de su enfermedad!” Fue una voz de niña la que se oía en el aposento de la esposa de Naamán, jefe del poderoso ejército de Siria. “¡Es cierto! En mi país hay un profeta y nuestro Dios hace maravillas por medio de él. Ojalá el amo fuera a Israel a verlo, pues él lo sanaría de su lepra.”

¿De dónde sacaría esta niña el valor para hablar así con tanto arrojo en la propia casa de un general que había atacado tantas veces a Israel? Los soldados de Naamán incursionaban en Israel a su antojo, para traer como botín cuanta cosa – o animal o persona – que les viniera en gana. Fue en una de esas aventuras que raptaron a esta muchacha, que luego regalaron a la esposa de Naamán como una sierva más en su casa.

Esclavizada, esta niña fue despojada de todo lo suyo, hasta de su propia identidad, pero ella guardaba vivos los recuerdos de su casa y su país. Desde pequeña sus padres le habían contado cómo el Dios de Israel vela por su pueblo y habla a su gente por medio de los profetas. Los relatos que más le emocionaban a la niña fueron las grandes sanidades que realizaban los profetas del Dios vivo. Aunque muy jovencita todavía, ella se daba cuenta de que no eran así los dioses “de palo y piedra”, como ella se refería a los dioses venerados por la gente de Siria.

Incorporada a las tradiciones emblemáticas de Israel, esta historia toma lugar entre complejas relaciones internacionales, y propone como protagonista la paradójica figura de una niña sin nombre, desvalida, apocada. Nos cuenta cómo el testimonio de esta niña impulsó todo un movimiento protocolario entre dos países: el rey de Siria solicitó formalmente a su contraparte en Israel la curación de su general Naamán. Es más; acompañó su extraña petición con una valiosa oferta de ayuda extranjera además de unos obsequios personales para el rey israelita y sus dirigentes. Sin embargo, el rey de Israel, pasmado ante tan extraña petición, sospecha una trampa que terminaría en un pleito armado. Cuando el profeta Eliseo se entera de tanta consternación en la corte de Samaria, manda a decir que le manden al general Naamán para que se dé cuenta de que hay un profeta del gran Dios de Israel que lo puede atender.

Para la gran decepción de Naamán, el profeta no lo recibe personalmente ni lo trata con la condescendencia y respeto que este general se cree merecedor. Elías solo lo envía a zambullirse siete veces en el pequeño y turbio río Jordán. Picado en su orgullo personal y nacional, Naamán está a punto de repudiar toda su búsqueda de sanidad en Israel cuando de nuevo surge una voz de los desvalidos – el sabio consejo de sus propios criados (esclavos probablemente) – que lo salva del fracaso.

El testimonio de la niña sin nombre culmina con la sanación de Naamán y – sorpresivamente – con otro milagro más: Naamán declara su conversión al único Dios del mundo y se lleva una cantidad de tierra desde Israel a su propio país para construir ahí un altar donde adorar a Yavé.

Fuentes del protagonismo

Cuando vemos la impresionante secuela del anuncio de la niña israelita, nos pica una inquietud por saber de dónde surgió esta sorprendente asertividad en una esclava traficada a otro país. ¿Cómo fue que tuvo tanta seguridad, no solo al insistir en el gran poder de su Dios, sino también al asegurar que este poder podría beneficiar aun a un enemigo de Israel como fue el general Naamán? Fue ingenua tal vez; en fin, la ingenuidad y la sencillez son propias de la niñez. Pero aquí podemos discernir que hay algo más, algo que permea toda la Escritura, resumido por Pablo cuando escribió a unos creyentes de estrato bastante humilde: “Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos” (1 Co. 1.27). Entre los débiles e insensatos, el mundo antiguo clasificó a los niños – y sobretodo a las niñas –. Con razón Jesús, quien llegó al mundo como niño, insistió ante los discípulos (de rango humilde todos ellos): “Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos” (Mt. 18.3).

En el plano humano, ¿cómo es que un niño, una niña, llega a creer en la bondad de Dios? Lo más seguro es que esta niña cautiva no siempre fue una niña-nadie. Para su familia en la tierra de Israel habrá sido una hija apreciada, tratada de una forma que desarrolló en ella la fuerte autoestima que la capacitó para sobrevivir el trauma que sufrió. Aun en su condición de esclava, ¿habría topado con alguna persona que le ayudara a no sucumbir emocionalmente en su mundo vuelto al revés? Me atrevo a sugerir que para su ama, la esposa de Naamán, esta niña extranjera que le regalaron fue alguien que ella supo apreciar. Si no fuera así, ¿cómo le habría prestado tanta atención cuando afirmaba tan vehementemente que habría sanidad para su amo con el profeta de Israel?

¿Niñas protagonistas hoy en un “mundo al revés”?

¿Las niñas que llegan a nuestros proyectos encuentran un ambiente de aprecio, cariño y estímulo que fortalece su autoestima? Si su confianza en sí mismas ha sido subvertida por circunstancias inestables o violentas, esperamos que en nuestro entorno ellas puedan desarrollar la fuerza necesaria para superar los traumas que hayan experimentado. Es más, una nueva confianza en sí mismas podrá afianzar una sana asertividad que las capacita para ser protagonistas en el grupo como también en los otros entornos en que se mueven, como la escuela, la comunidad, la familia.

Para nutrir la fuerza interior que potenciará a las niñas como protagonistas, las personas que trabajamos con ellas tenemos muchas oportunidades para transmitirles el acogimiento incondicional que Jesús manifestó hacia las niñas y los niños. Jesús creyó en las niñas, los niños; este ejemplo nos desafía . “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús” (Filipenses 2.5).

Esta historia está situada en la zona fronteriza entre Israel y el poderoso reino de Siria, país que realizaba constantes ataques militares dentro del territorio de Israel. A pesar de las hostilidades entre los dos países, había algunas épocas de relativa paz y hasta de alianzas de poca duración. Fue en uno de estos momentos de calma que sucedieron los eventos relatados acá, alrededor de 850 a.C. Pasaje: 2 Reyes 5 

IMG_0944

 

Irene Foulkes, Ph, D., Biblista y Profesora emérita de la Universidad Bíblica Latinoamericana, en San José, Costa Rica. Se especializó en metodología exegética y la perspectiva de la mujer en el estudio la interpretación de los textos. Además de su comentario exegético-pastoral a Primera de Corintios, “Problemas pastorales en Corinto”. Irene Foulkes publicó numerosos artículos exegéticos en revistas bíblicas especializadas. Sus aportes han sido sustantivos en el mundo bíblico-teológico y en la pastoral cristiana.

 

Descargar en versión PDF

Ver la edición completa “Vivan las niñas” de la revista VIVA en https://issuu.com/vivaong/docs/revista_viva_69